miércoles, 7 de mayo de 2014

¡Por fin el cambio de ciclo!

A lo largo del mes de abril, se han ido publicando diferentes estudios realizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), relativos a las Estadísticas de las Sociedades Mercantiles correspondientes al mes de febrero de 2014 y al Índice de Confianza Empresarial Armonizado (ICEA) concerniente al segundo trimestre del 2014.
Precisamente, lo hermoso de la ciencia estadística es que recopila, analiza, clasifica y convierte en mesurable todas aquellas fuerzas motoras de la sociedad que por su subjetividad intrínseca y su naturaleza intangible parecen imponderables. Es una especie de alquimia moderna que permite transformar en cifras y gráficas, las pulsiones internas del entramado social.
Al paso de esto, resulta ilusionante y esperanzador estudiar los documentos arriba mencionados puesto que muestran no sólo un cambio de tendencia, sino también, y lo que es aun más importante, la búsqueda activa de ese cambio de tendencia:
Según el primero de estos estudios en febrero de 2014 se crearon 8.976 sociedades, un 3,7% más que en el mismo mes del año anterior, y se disolvieron 2.124, un 17,4% menos. Como dato significativo, cabe destacar que la Comunidad Autónoma que lidera esta lista con mayor dinamismo empresarial es Extremadura, con un 44,3% de variación anual en la creación de sociedades mercantiles (Atención Mas y acólitos que se pueden quedar sin su discurso de motor de España: la variación interanual en Cataluña es 0,0%).
De la misma manera el ICEA, pone de manifiesto el aumento del 3,9% en referencia al anterior trimestre de 2014, de la confianza empresarial: a la sazón, un 16% de los establecimientos empresariales son optimistas sobre la marcha de su negocio, frente al 11% del trimestre anterior. Así pues, en el saldo optimistas-pesimistas de gestores de establecimientos empresariales cabe reseñar que se ha pasado de un -50,2% de opiniones negativas a un -14,8. Es decir, en la diferencia siguen predominando las expectativas desfavorables, pero se han reducido un 35,4%.

Parece ser no obstante que en 2011 escarmentamos con los brotes verdes y las luces al final del túnel  y albergamos ahora el temor de esperanzarnos entregándonos de nuevo al optimismo desesperado de la última época del gobierno socialista. Sin embargo la coyuntura es ahora, por fortuna, diferente, porque ahora sí, en España, se está creciendo. Y se está creciendo sin el temible amparo de una burbuja; La burbuja inmobiliaria que estalló en el 2007 a nivel mundial y que poco después llegaría a España y la burbuja crediticia o del gasto público, el endeudamiento masivo y el despilfarro ineficaz (Plan E) han dado paso a un cambio en el modelo productivo y esperemos que próximamente den paso también, a un cambio en el modelo de comprensión de lo que es y debería ser el Estado. Los emprendedores y los empresarios consolidados españoles están creando nuevas sociedades mercantiles, ampliando capital y mejorando sus expectativas pese las cargas fiscales laborales, la tarifa eléctrica española, una ley de emprendedores que no acaba de cuajar, una seguridad jurídica volátil, una burocracia desincentivadora y una deflación que puede ser perjudicial. Están diversificándose las ramas de producción y ha calado hondo en la sociedad el mensaje de la importancia del I+D. El conjunto de los españoles está dispuesto a dar ese salto cualitativo hacia un mercado competitivo. Un mercado que sea competitivo debido a sus cualidades inherentes y al valor añadido de una educación renovada, y no debido a una bajada de salarios generalizada y una continua manipulación de los tipos de interés.

Es innegable que las tendencias han cambiado y que el mercado español de oferta laboral se está reformando. Se han empezado a entender los problemas de estructura que veníamos arrastrando (reforma laboral, educativa, un sistema financiero que se beneficiaba y a la vez se endeudaba por el Estado…) y se ha querido solucionarlos. Su efecto se ha hecho sentir  rápidamente, sin ir más lejos la muestra arriba analizada es la prueba irrefutable de que las voluntades individuales que son la libertad legítima y legal de las personas, son poderosísimas máquinas de creación en cuanto se les afloja la soga que les ha sido impuesta. Dejemos que el populismo de Krugman se quede en el New York Times y dejemos también que sea el empresariado español quien lidere este cambio de ciclo.

No nos quedemos pues a medio camino, consigamos que el Estado sea un  marco neutro en el que desarrollar las indiscutibles competencias del empresariado español. No arruinemos con exigencias estatistas las optimistas expectativas que empiezan a generarse en el tejido empresarial español. Hay que españolizar los mercados con nuestra capacidad de sobreponernse a los reveses. Hagamos que próximamente la estadística pueda computar la entrega, el sacrificio, la visión de oportunidades y la valentía de aquellos que con su trabajo diario refuerzan el bienestar de la sociedad. 

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