sábado, 24 de mayo de 2014

Requiem por la Contemplación


La contemplación es alimento del alma, es ejercer libremente el derecho (u obligación) a perfeccionarse en el camino de la existencia, el arte de saber que el ser humano se encuentra continuamente en la senda del aprendizaje y es también la valentía de querer afrontarlo. La contemplación es el silencio mental que impregna de ruidosas ideas nuestra voluntad. Y pese a ser el alimento de la necesidad humana más perentoria, el presente artículo sirve, tristemente, como esquela de defunción de la contemplación.
Europa ha perdido el gusto por observarse y meditarse y aunque todavía no somos conscientes de ello, la incapacidad para la contemplación está deviniendo en una de las grandes lacras de la sociedad occidental actual. ¿Qué sociedad puede sobrevivir a la pérdida del diálogo con ella misma?
Ya en su libro “El Homo Videns”, Sartori alerta de los peligros del hombre que sólo ve pero que no observa. La curiosidad universal se ha perdido junto con la capacidad de abstracción, y el ser humano moderno es un hombre ya cuya visión carece de la intención de interiorizar, asimilar o analizar nada de aquello de lo que es testigo. En su brillante libro “El Silencio de los Animales. El Progreso y Otros Mitos”, John Gray describe de forma descarnada el gran problema que supone la sobreexposición al bullicio, que enfrentamos diariamente los ciudadanos occidentales: “Quizá estemos destinados a llevar una vida llena de actividad, pero la urgencia de la existencia no elimina la necesidad de la contemplación. La actividad no lo es todo en la vida, ni siquiera es la parte más valiosa de la vida, y a menudo, son los individuos más activos quienes más necesitan la liberación que es la contemplación”.
Henos pues aquí, jueces y partes de la frenética actividad que producimos, que nos aturde con sus demandas y nos pervierte con sus plácemes, para evitar la reflexión que, no sólo nos propiciaría la liberación personal de la que habla Gray, sino que abundaría en un mayor beneficio de la actividad por cuanto más meditada.

La contemplación fue siempre obligada virtud en todo hombre que quisiera ser sabio, justo y discreto. Un ejercicio de rectitud, de reestructuración de ejes vitales y planteamientos largoplacistas. Si los planteamientos cortoplacistas (aumento de la deuda pública, disminución de la natalidad, destrucción de recursos naturales, pactos políticos de una sola legislatura, etc) campan hoy a sus anchas, es pura y simplemente, porque el ser humano no ha ahondado en la reflexión que se debía a determinados asuntos. Sino que ha preferido limitarse a la acción con un menor riesgo en un limitadísimo espacio temporal, independientemente de las consecuencias en un simple medio plazo. La contemplación es la condición necesaria para pensar por uno mismo y no maniatado por los intereses cortoplacistas.
 El arte político actual (que no Política, en mayúscula) con su ruido de himnos de sintetizador y banderines de plástico resulta paradigma de la falta de abstracción actual. Y el frenesí de sus decisiones, la consecuencia inmediata del miedo a la reflexión. De  políticas erráticas y resultados erróneos ya todos podemos hablar con igual conocimiento y causa. Somos rehenes de la rapidez que nosotros mismos exigimos a nuestros dirigentes cuando reclamamos actuaciones inmediatas con una indiferencia escalofriante a su calidad: de ahí el plan E, el rescate precipitado a bancos insolventes (que no al sistema financiero) y la infinita galería de políticos “taking back” desde declaraciones y tweets hasta Leyes y Estatutos de Autonomía.
Hemos perdido el diálogo con nosotros mismos y por ende la sociedad ya no se escucha. El ruido de las exigencias autoimpuestas nos impide armonizar planes con perspectivas más depuradas en un futuro realista y no en un presente inmediato legislado a ritmo de titular. Sin la debida contemplación a las pulsiones internas de la sociedad, cada día que pasa son cien años devolviendo la deuda de las decisiones precipitadas. La falta de contemplación no afecta sólo a las decisiones políticas de mayor calado, sino que afecta también a las intenciones más íntimas y personales de cada uno de nosotros: éstas son tomadas sin reflexión, sin calibrar diferentes escenarios o senderos y lo que conseguimos es que, un ejercicio personal de toma de decisiones devenga en un ejemplo más de la tiranía de la impostada urgencia generalizada.
Y es que somos el motivo y el producto de las prisas vitales: nos desgañitamos detrás de cualquier pancarta pidiendo la revolución de los tiempos para que la justicia y la legislación trabajen en nuestra particular coordenada horaria y al fin conseguimos lo que buscamos: un poder legislativo que, ajeno a las auténticas necesidades de la sociedad, se rige por el trending topic del momento.

Y no, no es que la globalización o los mercados impongan las prisas, es que parece ser que la eficiencia ya no se conjuga con la previa contemplación y análisis del problema. Ahora la eficiencia prima sobre la eficacia, y es cierto que nuestros gobiernos son eficientes, sin embargo lo de ser eficaces…lo dejamos para la repesca del 2015. La contemplación es la premisa necesaria y principal para que el fin que se persigue obtener con la eficiencia, sea eficaz en la mejora de la situación de necesidad. Pero por desgracia, en la mayoría de ocasiones, no tenemos tiempo ni tan siquiera para meditar sobre el fin al que aspiramos. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

¡Por fin el cambio de ciclo!

A lo largo del mes de abril, se han ido publicando diferentes estudios realizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), relativos a las Estadísticas de las Sociedades Mercantiles correspondientes al mes de febrero de 2014 y al Índice de Confianza Empresarial Armonizado (ICEA) concerniente al segundo trimestre del 2014.
Precisamente, lo hermoso de la ciencia estadística es que recopila, analiza, clasifica y convierte en mesurable todas aquellas fuerzas motoras de la sociedad que por su subjetividad intrínseca y su naturaleza intangible parecen imponderables. Es una especie de alquimia moderna que permite transformar en cifras y gráficas, las pulsiones internas del entramado social.
Al paso de esto, resulta ilusionante y esperanzador estudiar los documentos arriba mencionados puesto que muestran no sólo un cambio de tendencia, sino también, y lo que es aun más importante, la búsqueda activa de ese cambio de tendencia:
Según el primero de estos estudios en febrero de 2014 se crearon 8.976 sociedades, un 3,7% más que en el mismo mes del año anterior, y se disolvieron 2.124, un 17,4% menos. Como dato significativo, cabe destacar que la Comunidad Autónoma que lidera esta lista con mayor dinamismo empresarial es Extremadura, con un 44,3% de variación anual en la creación de sociedades mercantiles (Atención Mas y acólitos que se pueden quedar sin su discurso de motor de España: la variación interanual en Cataluña es 0,0%).
De la misma manera el ICEA, pone de manifiesto el aumento del 3,9% en referencia al anterior trimestre de 2014, de la confianza empresarial: a la sazón, un 16% de los establecimientos empresariales son optimistas sobre la marcha de su negocio, frente al 11% del trimestre anterior. Así pues, en el saldo optimistas-pesimistas de gestores de establecimientos empresariales cabe reseñar que se ha pasado de un -50,2% de opiniones negativas a un -14,8. Es decir, en la diferencia siguen predominando las expectativas desfavorables, pero se han reducido un 35,4%.

Parece ser no obstante que en 2011 escarmentamos con los brotes verdes y las luces al final del túnel  y albergamos ahora el temor de esperanzarnos entregándonos de nuevo al optimismo desesperado de la última época del gobierno socialista. Sin embargo la coyuntura es ahora, por fortuna, diferente, porque ahora sí, en España, se está creciendo. Y se está creciendo sin el temible amparo de una burbuja; La burbuja inmobiliaria que estalló en el 2007 a nivel mundial y que poco después llegaría a España y la burbuja crediticia o del gasto público, el endeudamiento masivo y el despilfarro ineficaz (Plan E) han dado paso a un cambio en el modelo productivo y esperemos que próximamente den paso también, a un cambio en el modelo de comprensión de lo que es y debería ser el Estado. Los emprendedores y los empresarios consolidados españoles están creando nuevas sociedades mercantiles, ampliando capital y mejorando sus expectativas pese las cargas fiscales laborales, la tarifa eléctrica española, una ley de emprendedores que no acaba de cuajar, una seguridad jurídica volátil, una burocracia desincentivadora y una deflación que puede ser perjudicial. Están diversificándose las ramas de producción y ha calado hondo en la sociedad el mensaje de la importancia del I+D. El conjunto de los españoles está dispuesto a dar ese salto cualitativo hacia un mercado competitivo. Un mercado que sea competitivo debido a sus cualidades inherentes y al valor añadido de una educación renovada, y no debido a una bajada de salarios generalizada y una continua manipulación de los tipos de interés.

Es innegable que las tendencias han cambiado y que el mercado español de oferta laboral se está reformando. Se han empezado a entender los problemas de estructura que veníamos arrastrando (reforma laboral, educativa, un sistema financiero que se beneficiaba y a la vez se endeudaba por el Estado…) y se ha querido solucionarlos. Su efecto se ha hecho sentir  rápidamente, sin ir más lejos la muestra arriba analizada es la prueba irrefutable de que las voluntades individuales que son la libertad legítima y legal de las personas, son poderosísimas máquinas de creación en cuanto se les afloja la soga que les ha sido impuesta. Dejemos que el populismo de Krugman se quede en el New York Times y dejemos también que sea el empresariado español quien lidere este cambio de ciclo.

No nos quedemos pues a medio camino, consigamos que el Estado sea un  marco neutro en el que desarrollar las indiscutibles competencias del empresariado español. No arruinemos con exigencias estatistas las optimistas expectativas que empiezan a generarse en el tejido empresarial español. Hay que españolizar los mercados con nuestra capacidad de sobreponernse a los reveses. Hagamos que próximamente la estadística pueda computar la entrega, el sacrificio, la visión de oportunidades y la valentía de aquellos que con su trabajo diario refuerzan el bienestar de la sociedad.