Profesor, queridos compañeros, me gustaría, si son
tan amables, que observaran los cinco libros que acabo de colocar aquí frente a
ustedes. Tienen aquí, compañeros, la verdad sobre quiénes son ustedes mismos.
Señores soy Pilar González, alumna de quinto de
Derecho y sinceramente creo que después de habernos visto mutuamente
equivocarnos en las reglas del debate, no hacer uso del fair play, hablar
demasiado deprisa o demasiado lento, utilizar falacias cuando ni siquiera
sabíamos que las estábamos utilizando y un
largo etc, creo, como decía, que nos hemos merecido saber la verdad
sobre nuestra historia y por ende, saber la verdad sobre nosotros mismos.
Compañeros me gustaría hablarles de la Leyenda Negra
de nuestro país: Leyenda que unos pocos por traición crearon y, que unos
muchos, por desidia aceptamos. Quiero convencerles, de que no hay en nuestra
historia tales tinieblas que nos deban coaccionar en el sentir nacional, deseo
persuadirles de que las hazañas de nuestros compatriotas superan en número y en
efectos a todos los males que de forma infundada nos han achacado enemigos que
dominaban el arte de la publicidad.
Quiero que se queden con esta idea: la leyenda negra
española no es tanto la sangre derramada por los españoles, sino la tinta
derramada por nuestros enemigos. Parece que en la batalla del marketing, España
va perdiendo desde el Barroco.
Para
fundamentar mi discurso voy a basarme en tres líneas argumentales: 1) Que la
Leyenda Negra fue un peaje por ser imperio, 2) Que nos hemos acabado creyendo
lo que de fuera contaron de nosotros 3) Que es mentira que seamos un país sin
hazañas.
1)
El peaje que pagamos y seguimos pagando por haber
sido un imperio: antes
que nada quería remarcar que no somos el único imperio que tuvo y tiene una
Leyenda negra, todas las diferentes potencias han tenido una historia avivada
en muchos casos por sus enemigos políticos naturales: Francia y la Máscara de
hierro, la vida privada de los reyes y reinas ingleses (así como de sus
mayordomos), las aberraciones de los zares o los sótanos del vaticano. No
arrastramos una Leyenda Negra por ser España, sino que arrastramos una Leyenda
Negra por ser potencia, por ser Imperio. Las leyendas negras obedecen a dos
razones:
a.
La
primera de ellas es la amplitud de poder que se acumula en el área de
influencia de una sola potencia y en muchos casos un solo monarca (Felipe II),
así como las zonas oscuras de ese poder acumulado que asustan por su carácter
inescrutable.
b.
La
segunda de ellas es un mecanismo de compensación que utilizan los enemigos para
desacreditar y justificar la rebeldía. A guisa de ejemplo podríamos citar a un
tal Cromwell: regicida, tirano, fanático religioso: pues bien alimentaba la
piratería inglesa, escudándose en una supuesta crueldad de los hispanos. (Este
señor en un solo ataque a una población irlandesa, masacró a 3.500 personas,
compañeros la crueldad y las leyendas no entienden de gentilicios sino de
ambiciones).
2)
Nos hemos creído lo que de fuera contaron de
nosotros: citaré a
Quevedo (que no necesita presentación) para iniciar la explicación de este
argumento: dice así “¡Oh desdichada España! Revuelto he mil veces en la memoria
tus antigüedades y no he hallado por qué causas seas digna de tan porfiada
persecución! Queridos compañeros, para nuestra vergüenza fueron nuestros
propios compatriotas los que se dedicaron a extender la leyenda negra de
España. Leyenda Negra que fue leída y difundida con avidez por piratas
ingleses, por exsúbditos holandeses, por mercaderes rivales italianos. Quédense
con estos nombres: Las Casas, un neurótico, Don Carlos, un príncipe traidor de
su patria, de su Rey y de su padre, Antonio Pérez, el judas-funcionario que
vendió a Felipe II: Solo necesitaron 3 hombres, un par de exageradas infamias y
la imprenta. Se nos ha atacado siempre por varios flancos: pero yo destacaría
dos de ellos: las masacres durante la conquista de América, la Inquisición.
Señores, he de decirles aquí y ahora, que se falsificaron los datos sin ningún
pudor y que se acabó para siempre con el buen nombre de un país y sus
ciudadanos.
a.
Pío Moa nos aporta estos relevantes datos sobre la
Inquisición: Torquemada:
hizo usar la tortura mucho menos que en los tribunales corrientes, organizó
cárceles más habitables que las ordinarias, aseguró la buena alimentación de
los presos y combatió la corrupción judicial y las denuncias falsas. Pese a la
tortura la confesión había de ser luego ratificada libremente y de todas formas
las penas más comunes eran las multas o una “cadena perpetua” que no solía
durar más de tres años. ¿No les parece bastante diferente a lo que durante años
nos hemos imaginado, piras incendiarias con docenas de brujas ardiendo a la
vez? De los 7000 procesos en Valencia, sólo en un 2% se utilizó la tortura,
nunca más de 15 minutos y nunca más de una vez a una misma persona. Compañeros
Napoléon, ese Wellington francés acusó a la Inquisición de haber matado a
32.000 personas, pues bien hoy se sabe que en 3 siglos, mató a 1000
pesonas.¿Estoy con ello defendiendo los autos de Fe? NO ¿Estoy intentando
hacerles ver, que nada sucedió cómo nos han contado? Sí.
b.
Analicemos ahora los datos sobre la conquista de
América: En el libro “Nueva
Historia de España” de Pío Moa encontramos datos que nuestros libros de
conocimiento del medio nunca nos llegaron a explicar. Todos conocemos ya al
afamado Fray Bartolomé de las Casas, lo que no sabemos es lo que decía de él un
compatriota y misionero franciscano, Toribio de Benavente. Este franciscano
afirmaba de Las Casas que: “es inquieto, bullicioso, importuno y pleitista,
injuriador y perjudicial, que ennegrece la obra de Cortes y que no tiene razón
en decir lo que dice y escribe y yo diré sus celos y sus obras donde llegan y
si aquí ayudó a los indios o los fatigó”. Encontramos pues que el mayor
promotor de la Leyenda Negra de España, el único con capacidad moral de los que
al Nuevo Mundo se fue, el único que limpia el mal nombre de los conquistadores,
parece como decíamos que es un mentiroso exagerado como mínimo: según él se
había exterminado a 15 millones de almas, cuando era imposible que ni siquiera
vivieran tantas personas en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe juntos debido
a las condiciones técnicas y vitales de las sociedades del momento. Según él
sólo en la actual Cuba, había 30.000 rios, 20.000 de los cuáles absolutamente
repletos de oro. ¿Es todo un tanto fantasioso y resulta difícil de creer
verdad? Sin embargo son sus postulados los que estudiamos en el colegio. Nada se
nos dice sobre Vasco de Quiroga y los jesuitas que pusieron en funcionamiento
unas comunidades autónomas ideales con los indios purépechas durante 300 años.
Nada se nos dice del debate producido en España a raíz de la conquista que
llevó a la creación del Derecho de gentes o derecho internacional por Francisco
de Vitoria y a la promulgación de 6.400 leyes en favor de los indios (todo esto
años antes de que Hugo Grocio desarrollara el derecho internacional). Nada se
nos dice por último de que ya Isabel la Católica en su testamento declaró el
respeto y cuidado debido a los indios
3)
El pensar que somos un país sin hazañas: tan sólo un superficial repaso a la historia de
España niega categóricamente esta afirmación: ¿sabían ustedes que al Pacífico
se le conocía como “el lago español”? ¿que los españoles fuimos los primeros en
alcanzar Alaska? ¿o que fue un español el descubridor de las Fuentes del Nilo?
De seguro conocerán la Armada Invencible pero sabían que esta pereció por una
tormenta y no por la acción inglesa, o que hubo una contraarmada que derrotó a
10.000 ingleses frente a sólo 7.000 españoles. Conocen la historia de Blas de
Lezo que defendió Cartagena de Indias siendo él cojo, manco, y tuerto con una tropa de 3.600 soldados frente a casi 30.000 ingleses. Pero lo que el mundo le debe
a España no acaba ahí: la institución del perdón a través del camino de
Santiago, el libre albedrío de Ramón Lull frente al determinismo de Ockham, la
exaltación de la Virgen y por ende de la feminidad, España es un país mariano.
Las Cortes de León, o el liberalismo de Cádiz. Emperadores y Papas Españoles,
marinos dando la vuelta al mundo. Viriato, Séneca, Gracián, Averroes. El Cid o
los Siete Infantes de Lara. Todo el Siglo de Oro, nuestra Ilustración que fue
una ilustración más humana, más moral y
espiritual que no la Fe ciega en la razón de los Franceses que les llevó a
matar, muy racionalmente eso sí en la Revolución Francesa: Jovellanos, Feijóo,
Floridablanca…Un siglo XIX convulso como el del resto de Europa y un s.XX acorde también a las pulsiones
internacionales. Pensar que somos un país sin hazañas es propio de aquel que no
ha leído.
Por favor compañeros, no lo olviden: no se crean lo
que de fuera han contado sobre nosotros, no olviden que nuestras hazañas son
incontables y tampoco olviden que la Leyenda Negra es el precio que pagamos por
haber sido imperio.
Carlos I de España dijo a sus tropas: “Si en la
pelea veis caer a mi caballo y mi estandarte, levantad primero a este que a mí”.
Señores si en el fragor de los siglos peligra el buen nombre de nuestro país,
ennoblezcan sus actos para que sean ustedes los próximos que inspiren
discursos.
Señores el siglos
XXI es nuestro siglo, si nos dejan, intentemos ser héroes