viernes, 31 de enero de 2014

La Leyenda Negra de España

Profesor, queridos compañeros, me gustaría, si son tan amables, que observaran los cinco libros que acabo de colocar aquí frente a ustedes. Tienen aquí, compañeros, la verdad sobre quiénes son ustedes mismos.
Señores soy Pilar González, alumna de quinto de Derecho y sinceramente creo que después de habernos visto mutuamente equivocarnos en las reglas del debate, no hacer uso del fair play, hablar demasiado deprisa o demasiado lento, utilizar falacias cuando ni siquiera sabíamos que las estábamos utilizando y un  largo etc, creo, como decía, que nos hemos merecido saber la verdad sobre nuestra historia y por ende, saber la verdad sobre nosotros mismos.
Compañeros me gustaría hablarles de la Leyenda Negra de nuestro país: Leyenda que unos pocos por traición crearon y, que unos muchos, por desidia aceptamos. Quiero convencerles, de que no hay en nuestra historia tales tinieblas que nos deban coaccionar en el sentir nacional, deseo persuadirles de que las hazañas de nuestros compatriotas superan en número y en efectos a todos los males que de forma infundada nos han achacado enemigos que dominaban el arte de la publicidad.
Quiero que se queden con esta idea: la leyenda negra española no es tanto la sangre derramada por los españoles, sino la tinta derramada por nuestros enemigos. Parece que en la batalla del marketing, España va perdiendo desde el Barroco.
            Para fundamentar mi discurso voy a basarme en tres líneas argumentales: 1) Que la Leyenda Negra fue un peaje por ser imperio, 2) Que nos hemos acabado creyendo lo que de fuera contaron de nosotros 3) Que es mentira que seamos un país sin hazañas.
1)    El peaje que pagamos y seguimos pagando por haber sido un imperio: antes que nada quería remarcar que no somos el único imperio que tuvo y tiene una Leyenda negra, todas las diferentes potencias han tenido una historia avivada en muchos casos por sus enemigos políticos naturales: Francia y la Máscara de hierro, la vida privada de los reyes y reinas ingleses (así como de sus mayordomos), las aberraciones de los zares o los sótanos del vaticano. No arrastramos una Leyenda Negra por ser España, sino que arrastramos una Leyenda Negra por ser potencia, por ser Imperio. Las leyendas negras obedecen a dos razones:
a.    La primera de ellas es la amplitud de poder que se acumula en el área de influencia de una sola potencia y en muchos casos un solo monarca (Felipe II), así como las zonas oscuras de ese poder acumulado que asustan por su carácter inescrutable.
b.    La segunda de ellas es un mecanismo de compensación que utilizan los enemigos para desacreditar y justificar la rebeldía. A guisa de ejemplo podríamos citar a un tal Cromwell: regicida, tirano, fanático religioso: pues bien alimentaba la piratería inglesa, escudándose en una supuesta crueldad de los hispanos. (Este señor en un solo ataque a una población irlandesa, masacró a 3.500 personas, compañeros la crueldad y las leyendas no entienden de gentilicios sino de ambiciones).
2)    Nos hemos creído lo que de fuera contaron de nosotros: citaré a Quevedo (que no necesita presentación) para iniciar la explicación de este argumento: dice así “¡Oh desdichada España! Revuelto he mil veces en la memoria tus antigüedades y no he hallado por qué causas seas digna de tan porfiada persecución! Queridos compañeros, para nuestra vergüenza fueron nuestros propios compatriotas los que se dedicaron a extender la leyenda negra de España. Leyenda Negra que fue leída y difundida con avidez por piratas ingleses, por exsúbditos holandeses, por mercaderes rivales italianos. Quédense con estos nombres: Las Casas, un neurótico, Don Carlos, un príncipe traidor de su patria, de su Rey y de su padre, Antonio Pérez, el judas-funcionario que vendió a Felipe II: Solo necesitaron 3 hombres, un par de exageradas infamias y la imprenta. Se nos ha atacado siempre por varios flancos: pero yo destacaría dos de ellos: las masacres durante la conquista de América, la Inquisición. Señores, he de decirles aquí y ahora, que se falsificaron los datos sin ningún pudor y que se acabó para siempre con el buen nombre de un país y sus ciudadanos.
a.    Pío Moa nos aporta estos relevantes datos sobre la Inquisición: Torquemada: hizo usar la tortura mucho menos que en los tribunales corrientes, organizó cárceles más habitables que las ordinarias, aseguró la buena alimentación de los presos y combatió la corrupción judicial y las denuncias falsas. Pese a la tortura la confesión había de ser luego ratificada libremente y de todas formas las penas más comunes eran las multas o una “cadena perpetua” que no solía durar más de tres años. ¿No les parece bastante diferente a lo que durante años nos hemos imaginado, piras incendiarias con docenas de brujas ardiendo a la vez? De los 7000 procesos en Valencia, sólo en un 2% se utilizó la tortura, nunca más de 15 minutos y nunca más de una vez a una misma persona. Compañeros Napoléon, ese Wellington francés acusó a la Inquisición de haber matado a 32.000 personas, pues bien hoy se sabe que en 3 siglos, mató a 1000 pesonas.¿Estoy con ello defendiendo los autos de Fe? NO ¿Estoy intentando hacerles ver, que nada sucedió cómo nos han contado? Sí.
b.    Analicemos ahora los datos sobre la conquista de América: En el libro “Nueva Historia de España” de Pío Moa encontramos datos que nuestros libros de conocimiento del medio nunca nos llegaron a explicar. Todos conocemos ya al afamado Fray Bartolomé de las Casas, lo que no sabemos es lo que decía de él un compatriota y misionero franciscano, Toribio de Benavente. Este franciscano afirmaba de Las Casas que: “es inquieto, bullicioso, importuno y pleitista, injuriador y perjudicial, que ennegrece la obra de Cortes y que no tiene razón en decir lo que dice y escribe y yo diré sus celos y sus obras donde llegan y si aquí ayudó a los indios o los fatigó”. Encontramos pues que el mayor promotor de la Leyenda Negra de España, el único con capacidad moral de los que al Nuevo Mundo se fue, el único que limpia el mal nombre de los conquistadores, parece como decíamos que es un mentiroso exagerado como mínimo: según él se había exterminado a 15 millones de almas, cuando era imposible que ni siquiera vivieran tantas personas en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe juntos debido a las condiciones técnicas y vitales de las sociedades del momento. Según él sólo en la actual Cuba, había 30.000 rios, 20.000 de los cuáles absolutamente repletos de oro. ¿Es todo un tanto fantasioso y resulta difícil de creer verdad? Sin embargo son sus postulados los que estudiamos en el colegio. Nada se nos dice sobre Vasco de Quiroga y los jesuitas que pusieron en funcionamiento unas comunidades autónomas ideales con los indios purépechas durante 300 años. Nada se nos dice del debate producido en España a raíz de la conquista que llevó a la creación del Derecho de gentes o derecho internacional por Francisco de Vitoria y a la promulgación de 6.400 leyes en favor de los indios (todo esto años antes de que Hugo Grocio desarrollara el derecho internacional). Nada se nos dice por último de que ya Isabel la Católica en su testamento declaró el respeto y cuidado debido a los indios
3)    El pensar que somos un país sin hazañas: tan sólo un superficial repaso a la historia de España niega categóricamente esta afirmación: ¿sabían ustedes que al Pacífico se le conocía como “el lago español”? ¿que los españoles fuimos los primeros en alcanzar Alaska? ¿o que fue un español el descubridor de las Fuentes del Nilo? De seguro conocerán la Armada Invencible pero sabían que esta pereció por una tormenta y no por la acción inglesa, o que hubo una contraarmada que derrotó a 10.000 ingleses frente a sólo 7.000 españoles. Conocen la historia de Blas de Lezo que defendió Cartagena de Indias siendo él cojo, manco,  y tuerto con una tropa de  3.600 soldados frente a casi  30.000 ingleses. Pero lo que el mundo le debe a España no acaba ahí: la institución del perdón a través del camino de Santiago, el libre albedrío de Ramón Lull frente al determinismo de Ockham, la exaltación de la Virgen y por ende de la feminidad, España es un país mariano. Las Cortes de León, o el liberalismo de Cádiz. Emperadores y Papas Españoles, marinos dando la vuelta al mundo. Viriato, Séneca, Gracián, Averroes. El Cid o los Siete Infantes de Lara. Todo el Siglo de Oro, nuestra Ilustración que fue una ilustración  más humana, más moral y espiritual que no la Fe ciega en la razón de los Franceses que les llevó a matar, muy racionalmente eso sí en la Revolución Francesa: Jovellanos, Feijóo, Floridablanca…Un siglo XIX convulso como el del resto de Europa  y un s.XX acorde también a las pulsiones internacionales. Pensar que somos un país sin hazañas es propio de aquel que no ha leído.
Por favor compañeros, no lo olviden: no se crean lo que de fuera han contado sobre nosotros, no olviden que nuestras hazañas son incontables y tampoco olviden que la Leyenda Negra es el precio que pagamos por haber sido imperio.
Carlos I de España dijo a sus tropas: “Si en la pelea veis caer a mi caballo y mi estandarte, levantad primero a este que a mí”. Señores si en el fragor de los siglos peligra el buen nombre de nuestro país, ennoblezcan sus actos para que sean ustedes los próximos que inspiren discursos.


Señores el siglos XXI es nuestro siglo, si nos dejan, intentemos ser héroes       

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